Desaparecidos - Yo Opino

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viernes, 1 de septiembre de 2017

Desaparecidos

Ya se habla por todos lados del tema. Desapareció Santiago Maldonado. Se habla en las escuelas, cuando los algunos gremios hacen llegar videos para que sean vistos por los chicos, dándole un tinte político a la desaparición. Se habla en las redes, en los bancos, en las oficinas... en todos lados.

Pero algo sorprende y es porque se lo vincula directamente a la cuestión política. ¿Y por qué pasa esto? Porque es fácil acusar a un gobierno (sea del color que sea) de la desaparición de una persona. La culpa la tiene (en este caso) Macri. Y Bulrich. Y la Gendarmería. Todos tienen la culpa. Pero algo falla en nuestra acción de culpar, y esto va más allá de Santiago. Va más allá de todo sentido lógico, porque todo lo que esté relacionado con las muertes no se condena a quien disparó sino al gobierno. Y esto viene de antes, no es nuevo. Claro que ahora hasta los gremios usan la imágen de Maldonado para hacerse "ver". Pero es para preguntarse algunas cuestiones como por ejemplo, ¿qué pasa con la familia? ¿Nadie respeta a la familia de Santiago? ¿No se respeta el dolor? No se justifica la desaparición, pero sería bueno que viéramos algunos casos más...

Marcelino Olaire, alias Cheli, pertenece a la Comunidad La Primavera, en territorio originario QOM, provincia de Formosa. El 8 de noviembre de 2016 sufrió un ataque de nervios. Su familia solicitó asistencia medica, fué internado y nunca más se supo de él.

Sergio Avalos, un estudiante universitario de la Universidad del Comahue de 18 años de condición humilde, fué visto por última vez en la madrugada del 14 de junio de 2003 en una bailanta de Neuquén capital. 

Daniel Solano, desapareció el 5 de noviembre de 2011 en Choele Choel (Río Negro). No se supo más nada.

En marzo de 2017 un miembro del pueblo wichí de Ingeniero Juárez, José Segundo está desaparecido.

Agustín Santillán, joven wichí, está detenido desde el 14 de abril en Formosa. Maestro bilingüe y activista, su pecado fue denunciar los padeceres de su pueblo. Ese día fue golpeado por policías y subido a una patrulla con destino incierto. No volvió a ver el sol en libertad. Le crearon más de veinte causas con las acusaciones más insólitas: intimidación pública, instigación a cometer delitos, asociación ilícita, robo en banda, amenazas, lesiones, agresión y usurpación. En el expediente no figura la real causa de su detención: denunciar a Gildo Insfrán, gobernador de Formosa desde hace 22 años.

Persecuciones, brutalidad armada, golpizas, plomo para los pueblos originarios... y no se sabe nada de esto. 

Podríamos seguir indefinidamente con los cientos y cientos de desaparecidos y asesinados por el poder como López o Nisman, las chicas que nunca mas se vieron, como si se esfuman y sus padres murieron buscándolas...

Entonces... ¿qué nos pasa como sociedad? ¿Qué tenemos como personas? ¿Es más importante un "blanco" que un QOM? ¿Por qué no usan la imágenes de los integrantes de pueblos originarios para hacer lo mismo que hacen con Santiago? Las comparaciones son odiosas, pero duele ver que quedan sin respuesta cientos de desaparecidos por el sólo hecho de "no ser blancos". 

A veces, ¿alguien se pregunta dónde, cuando, en que minuto exacto se perdió eso, eso que nos diferencia de todas las especies, eso que se llama "humanidad"? Eso que nos hace reflexionar de manera diferente ante el dolor del otro. ¿Que nos pasa? porque nos estamos endureciendo tanto ante la injusticia? ¿Desde cuando la política no nos deja ver más allá?.

Duele tanto ver como se desvía de lo real y profundo algunas cuestiones, simples cuestiones humanas. ¿En qué momento la desaparición de una persona es justificada por la política? ¿Desde cuando el dolor de los padres por la ausencia de su hijo es merecida por la política? ¿Por que nos cuesta tanto ver "que" sin importar el "como" o "por que"? ¿La desaparición de una persona es normal? Nadie lo vio, nadie sabe dónde está. Perdón pero sin importar quien nos gobierne, esto no tiene que pasar. 

¿Tantas ganas de odiar y pelear tenemos que usamos esto para odiarnos más? Cuando algo así debería unirnos como seres humanos y pedir todos juntos que esto no pase más. Por nosotros, por nuestros hijos y nietos. No es bueno que la política nos endurezca el corazón y no nos deje ver  más allá. Nos hace falta ver eso que no se ve.

La maldita manía de politizar cosas que deben ser juzgadas. Y la maldita costumbre de la justicia de entorpecer lo que encuentra a su paso... por la misma causa: la política.

Es momento de pensar... con la mente fría y el corazón caliente.

Lucas M. Beber
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