En el Cementerio de Laeken, Bruselas, descansa Léonce Evrard junto a su esposa Louise Flignot, en un mausoleo que él mismo esculpió tras perderla.
Evrard, un trabajador del mármol, transformó su dolor en arte eterno: una escultura en duelo, frente a una pared aparentemente vacía... pero con un secreto oculto: cerca del solsticio de verano, un rayo de luz atraviesa el monumento y revela la figura de un corazón, como un susurro de amor desde el más allá.
Un homenaje conmovedor que demuestra que hay sentimientos que ni la muerte puede apagar.
Fuente|LaVoz
Foto|r/BeAmazed