No se trata esta editorial sobre el libro escrito en 1984 por el checo Milan Kundera, sino de lo que sucede hoy en nuestra ciudad en el espacio polÃtico social.
Muchas personas hoy están de un lado del gobierno -vaya descubrimiento- los mismos que hasta el 10 de diciembre de 2019 estaban en contra del gobierno anterior. Y esto volverá a suceder si dentro de dos años y poco más la administración cambia de manos otra vez.
El tÃtulo lo pone la sociedad misma, porque es quien en definitiva marca "tendencia" en un momento dado. Y eso muchas veces se torna insoportable, porque es de una forma ahora, mientras que antes era de otra. Y el tiempo -apenas cuatro años- hace el cambio muy leve, apenas perceptible al común denominador salvo para quienes miramos de otra forma la polÃtica, desde "afuera" pero metidos casi adentro.
Me explico...
Muchas veces -y esto es plenamente comprobable- varias personas que hoy están cumpliendo funciones en el gobierno de Walser y otras muchas más que no están en la administración pública han pasado por este espacio para dejar su opinión contraria a la entonces administración Rebord. Claro, muchas personas más intentaban defender lo indefendible en ese momento hasta que callaron sus voces por órdenes directas. Y sólo aparecÃan quienes estaban en contra.
Y hoy sucede lo mismo: como los papeles se dieron vuelta, esas personas (los entonces opositores y hoy oficialistas) hoy no comentan y si lo hacen es forma solapada tanto con usuarios falsos como con crÃticas a este espacio en sà mismo, y no a la nota editorial en sÃ. Y eso hace que "la otra parte", esa que antes era oficialista, aproveche para "pegar" de la misma forma que quienes hoy están dentro de la administración "pegaba". Curiosamente, al parecer la orden de ambos bandos -porque ya no son ideologÃas distintas sino bandos antagónicos- es "no comentar"... lo que hace al fin y al cabo, armar el tÃtulo de esta editorial.
Muchas veces pensamos: "qué difÃcil debe ser querer poner un pensamiento en las redes sociales pero no poder hacerlo porque el jefe dijo que no"... lo que marca quizás una situación casi "insoportable" para quien debe cumplirla. Y del "otro bando" sucede lo mismo: durante cuatro años estaban contentos porque mostramos lo que otros no y participaban afanosos y aguerridos en sus comentarios pero hoy no pueden hacerlo y se dieron cuenta -casi al principio- que no "jugamos" para uno sino que nadie nos gobierna cuando escribimos. Y eso también les ocasiona un sentimiento insoportable porque no pueden contestar por varios motivos entre ellos la orden del jefe o bien porque serÃan "atacados" por quienes ellos "atacaron" en su momento.
Entonces vemos que ambos bandos hoy tienen su "ser" como oficialista u opositor, que si es oficialista (antes opositor) y expone su pensamiento queda sometido al opositor (antes oficialista) porque hoy no se hace nada -ni lo prometido en campaña- y si es opositor (antes oficialista) queda expuesto a que en su momento su jefe tampoco hizo lo que hoy reclama... lo que torna al ser de esa persona en algo que no puede soportar y, para colmo, no los deja tranquilos con ellos mismos.
Como vemos, tanto los hoy oficialistas como los hoy opositores no pueden salir a decir ni reclamar nada porque el del "otro lado" -cualquiera de los dos- están esperando para contestar... entonces prefieren balear al mensajero (por ejemplo este espacio) y sacarse las ganas, porque ni siquiera tienen herramientas para mantener su pensamiento frente a quienes antes -y ahora- fueron sus adversarios o contras polÃticos.
La insoportable levedad del ser... pero del ser oficialista u opositor y sin poder expresarlo y caer -con eso- en una guerra sin tregua.
Pero... ¿qué pasarÃa si la gente le empieza a dar la espalda a los polÃticos que al fin y al cabo son quienes provocan estas cosas?.
Un gran dilema.
#YoOpino