Una cuestión de vida o muerte - Yo Opino

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lunes, 25 de septiembre de 2017

Una cuestión de vida o muerte

El 18 de febrero de este año, una persona en aparente estado de ebriedad impactó su automóvil contra la garita de policía situada en Av. Perón y Combatientes de Malvinas, destruyendola por completo y arrancando el monolito que estaba en ese lugar. El policía salvó su vida de milagro porque justo en ese momento había ido a su auto a pocos metros del lugar. Podés ver la nota acá.

En la madrugada de este sábado, un VW Gol rojo impactó contra el cartel de hierro doblándolo y la garita, esta vez, se salvó por casualidad, por pocos centímetros.

Indudablemente es un lugar poco adecuado para un puesto de vigilancia, dado que muchas personas doblan -a pesar de la indicación de prohibido hacerlo- en Combatientes de Malvinas en sentido a la costa, y muchas veces, sobre todo los fines de semana cuando salen de un conocido boliche cercano, lo hacen sin siquiera reducir la velocidad, lo que sumado a -quizás- un estado "levemente" alcoholizado del conductor, pierden el control.

Es la segunda vez que sucede y por suerte, la segunda vez sin consecuencias para el policía que está allí. Ahora bien, no puede llevarse ese puesto unos metros más al centro de la cuadra por Av. Perón? Eso permitiría que el oficial pueda vigilar el espacio, y que no ocurra una vez más este tipo de accidentes, por otra parte, previsible.

Ahora bien, vimos el estado del puesto, y es lamentable. La puerta se traba con el techo de lona y hay que levantarlo para poder abrirla o cerrarla. Uno de los vidrios está roto de un piedrazo, los laterales de aluminio están rotos o casi sueltos, y ahora el monolito está tirado al lado del puesto,para evitar que lo destroce nuevamente... pero si el auto viene a cierta velocidad e impacta con él, por lógica se elevaría y chocaría igual con la garita.

Sería bueno que quien sea responsable de la ubicación del puesto en cuestión, tome los recaudos necesarios y piense en la vida de la persona que está ahí, cumpliendo con su deber.

Porque... ¿no queremos lamentar víctimas, no?

Lucas M. Beber
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