Pensando en la ventana: ¿Nos equivocamos? - Yo Opino

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domingo, 6 de agosto de 2017

Pensando en la ventana: ¿Nos equivocamos?

Hace un par de días nos encontramos con un conocido con quien compartimos una charla algo singular. Sin embargo, esa charla de "café de media hora" me hizo pensar en muchas cosas por las que por ahí cualquiera de nosotros pasa, vos, yo, el, ellos.

Hay momentos en los que muchas veces pensamos si nos equivocamos. Muchas veces a cierta edad pensamos en nuestros hijos grandes ya, pero a la vez chicos, y que asi como antes ellos nos necesitaron siendo chicos, hoy los necesitamos a ellos pero no están. Están cada uno en sus cosas, en su propia vida, en su círculo y eso hace que como padres ya pasemos a otro plano. Y ese plano para ellos es normal pero a nosotros nos cuesta demasiado aceptarlo porque para nuestra mente y nuestro corazón siempre van a seguir siendo "los chicos".

Uno elige los caminos a recorrer, a pesar de lo que nuestros padres nos dijeran y a pesar de cualquier cosa que estuviera en contra de nuestra idea. Miles de veces hemos intentado cosas y una y otra vez nos hemos dado contra la pared y hemos vuelto a empezar. Y todo esto ha sido a pesar de que nuestros seres queridos nos han dicho una y mil veces el típico "te lo dije". Aún asi, a pesar de nuestra edad seguimos haciendo las cosas que pensamos pero ahora, teniendo en cuenta nuestra propia experiencia, las pensamos un poco más. Sin embargo muchas veces nos volvemos a dar contra la pared y más que seguro nuestros amigos nos miran y piensan lo mismo: "te lo dije".

Pero somos seres individuales, con pensamientos distintos, propios, parecidos a los "otros", pero nunca iguales. Y aún así nos jugamos por el todo o nada y quizás nos va bien pero no alcanzamos a darnos cuenta.

Los hijos, cuando tuvimos la suerte de tenerlos, son una maravilla de la vida misma. La pareja (cuando la tenemos), indudablemente también. Y hay momentos en la vida que nos detenemos un poco a pensar en cosas que hasta -justamente- ese momento, no nos dábamos cuenta. Todos tomamos decisiones a diario sin darnos cuenta, como algo natural, como respirar. Y hay otras decisiones que nos marcan para el resto del viaje. Las tomamos en dos momentos típicos: apuradas, por cuestiones de la vida misma que nos incitan a hacerlo dado que depende lo que hagamos para tener un resultado en el momento: caminar más rápido, comer algo en particular, elegir un helado, comprarnos un par de zapatos... Las otras son las más pensadas, porque de ellas dependen un monton de cosas importantes para nosotros. Y de ellas muchas veces quedan marcas en nosotros mismos, marcas que nos hacen bien en lo inmediato -quizás- pero no tan bien en lo cercano o futuro, hasta tanto tomamos más decisiones que la corrijan o que alteren nuestro rumbo para enfocarlo en el final perseguido hasta conseguirlo.

Sin embargo en el camino vemos cosas, nos pasan cosas, sentimos cosas que no podemos controlar, que no podemos manejar, que nos superan, que nos afectan quizás, que dependen de otros y eso nos llega de una forma que no esperamos porque no nos dejan conseguir el fin que buscamos con nuestras decisiones.

¿Elegimos mal? ¿Decidimos algo que no deberíamos haber decidido? Nunca lo sabremos porque no podemos cambiar el pasado ni controlar el futuro, sólo vivir el presente y aceptarlo. Y ese presente es el que nos cuesta superar o vivir porque sin querer dependemos de... ¿otros?. Cuando uno está acostumbrado a estar con alguien a quien quizás no ve en todo el día pero que sabe que está "ahí" y de golpe se encuentra solo... la vida cambia. Todo cambia. Nada es igual y, a pesar de todo, esperamos que "eso" que nos falta salga quizás de una pieza o de pronto golpee una puerta. Pero nada de eso pasa y nos damos cuenta que por más amigos que uno tenga, por más conocidos con quienes compartir un rato de distracción, al final del día estamos solos.

Y justo en ese momento, ahí mismo, cuando menos lo esperamos, nos damos cuenta que la soledad -como dice la canción- desespera y no le encontramos sentido a nada. Entonces nuestra mente empieza a fluir por rincones que hacía rato no exploramos, pensamientos ocultos que de pronto aparecen, recuerdos que hace rato no teníamos, momentos que ya habíamos olvidado, hasta las cosas más simples como una tostada que se nos quema nos hace dar bronca, y en ese momento la furia se transforma en tristeza y un nudo crece en la garganta... y volvemos a pensar: "¿en qué nos equivocamos?" 


Lucas M. Beber
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