por Juan José Jacquet
Vivimos en una sociedad donde nos parece que dedicarse a la delincuencia es mejor que ser honrado.
Nuestros bolsillos se vacÃan por impuestos cada vez más caros, mientras la educación de nuestros hijos no alcanza el nivel de nuestros abuelos, quienes, en el mejor de los casos, solo aprendieron a leer y escribir.
El respeto, un valor fundamental, escasea.
Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿Qué nos pasó? ¿Quién es el culpable?
Una de las respuestas está en las leyes, ordenanzas, normas y reglamentos que rigen nuestra vida.
Muchas para castigar al inocente y pocas para protegerlo. Los delincuentes entran y salen, los honestos... pagan mas impuestos.
Las escuelas, en lugar de formar, se convierten en guarderÃas.
Ser buena gente no se premia; al contrario, parece castigarse.
Pero ¿de dónde vienen estas leyes?
De nuestros legisladores: diputados, senadores y concejales.
Elegimos "sin mirar", y asà llegan al poder personas que no comprenden el origen de los problemas, sus consecuencias ni la manera de resolverlos.
Las leyes que aprueban no previenen ni solucionan; aumentan el caos.
Este año, hagamos una excepción. Miremos a quién elegimos.
Si votamos con compromiso, evitaremos que la balanza siempre se incline para el mismo lado.