Quienes tenemos cierta edad, venimos de un sistema educativo exigente. Terminabas la primaria sabiendo leer de corrido, interpretando texto, matemáticas y varias cosas más. En la secundaria, si no estudiabas te ponían un cero en rojo; si durante el año el promedio no llegaba a 6, la materia iba a diciembre, pero si era menor de 3, iba a marzo derecho. Y cuando rendías, no era la "parte" que reprobamos sino la materia completa, y tenías que elegir una bolilla para exponer y la mesa examinadora (de tres profesores) te paseaban por todo el programa. Ni hablar las materias que eran escritas primero y si aprobabas, ibas al exámen oral. Si tenías que repetir el año lo repetías. Y nada pasaba.
Obviamente, si te "llevabas" una materia para rendirla, el escándalo en casa era tremendo. Ni hablar si era más de una. Y te sentaban a estudiar todos los días, hasta que la rendías bien.
Otra cuestión fundamental era que, si la maestra o profesora mandaba una nota en el cuaderno citando a los padres por alguna macana que habíamos hecho, pasaban dos cosas: primero, el castigo en la escuela que podía ser desde amonestaciones en la libreta hasta suspensión; y segundo, en casa: nuestros padres siempre estaban de acuerdo con la maestra o profesora y el castigo en casa era duro, por ejemplo, no salir a jugar a la pelota por una semana. Y lo cumplíamos.
Adriana Silvia Armella (56 años), vicedirectora de la Escuela Normal “Juan Ignacio Gorriti” de Jujuy, falleció el pasado jueves 20 de marzo tras descompensarse en medio de una tensa reunión de padres. Fue trasladada de urgencia a un hospital, pero un accidente cerebrovascular (ACV) terminó con su vida horas después.
El encuentro con los familiares cargado de reclamos por las problemáticas del colegio, marcó el último momento de Adriana en la escuela, ese espacio donde, según sus compañeros, dedicó años a sembrar futuro.
¿Te das cuenta de cómo han cambiado las cosas?