En el caso de los comerciantes, cuando osan levantar la voz, las inspecciones municipales son una herramienta de presión. Según mensajes, aquellos que cuestionan públicamente al intendente enfrentan controles que van desde verificar habilitaciones hasta la aparición de denuncias al parecer armadas. Esto genera un clima de incertidumbre, donde opinar distinto puede convertirse en un riesgo económico. Y genera miedo.
Para los ciudadanos comunes, si no han pagado alguna tasa y/o impuesto municipal, esto es utilizado como un mecanismo de hostigamiento: se busca cualquier posibilidad de señalar irregularidades en los pagos para presionarlos, una persecución personalizada hacia quienes expresan desacuerdo.
Por otro lado, los medios de comunicación (escritos y radiales) no se escapan. Aquellos que investigan o publican contenidos que la gestión vecinalista considera criticos (o directamente se los critica) han sufrido ataques de todo tipo, incluso el retiro de la pauta. Esto limita la posibilidad de un periodismo libre e independiente, vital para la transparencia en cualquier democracia.
Claro, hablar de "transparencia" en este gobierno vecinalista de la mano de un "chef de las redes sociales" es como intentar explicar el principio de la energÃa atómica a un niño de 3 años.
Estos métodos plantean una pregunta: ¿es posible dialogar con quien gobiena cuando el mismo gobierno utiliza tácticas de miedo?
La diversidad de opiniones y el respeto por las diferencias son esenciales para una sociedad, siempre y cuando opines igual que el intendente. Y sus funcionarios, claro.
Si seguimos por este camino, la "mansedumbre" del colonense hará el resto: el vecinalismo walseriano seguirá teniendo el poder que necesita para hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera, mientras la sociedad seguirá reclamando a la nada misma...