por Juan José Jacquet
Somos, en gran medida, reflejo de quienes nos criaron, del entorno que nos rodea y del momento que nos toca vivir.
Cada palabra, cada gesto y cada instante compartido entre padres e hijos siembra semillas que florecen a lo largo de la vida.
No todos los ciclos necesitan romperse; algunos nos guÃan y fortalecen.
Pero cuando sentimos que el peso de lo aprendido nos limita, nos hace daño o a otros, es posible y valiente buscar un nuevo camino.
Romper con lo que nos duele no es sencillo, pero también es una oportunidad para cambiar y construir un futuro diferente.
Enseñar a nuestros hijos que se puede ser fuerte y pedir ayuda, no temerle a los errores, y que cada dÃa trae la posibilidad de hacer algo nuevo, es la esperanza que todos podemos cultivar.
Nadie está destinado a repetir la historia; hay luz para nuestro sendero en cada pequeño cambio que decidamos hacer.
