Ya sabemos cómo funcionan las cosas en las campañas y que hay sectores de la política que se odian durante mucho tiempo pero luego por indicación del líder, deben agachar la cabeza y militar todos juntos para lo mismo.
También sabemos que es muy común que se obligue a las personas a hacer algo como salir a repartir boletas, o a participar de los actos o reuniones porque de eso depende la "ayuda" que pueda llegar. El típico "apriete" para con la gente que depende de la ayuda social hace que elección tras elección se mantengan en el poder y que se transforma paradójicamente, en una especie de "síndrome de Estocolmo". Este síndrome es un trastorno psicológico temporal que aparece en la persona que ha sido secuestrada y que consiste en mostrarse comprensivo y benevolente con la conducta de los secuestradores e identificarse progresivamente con sus ideas, ya sea durante el secuestro o tras ser liberada. Y esta forma de política a la que estamos acostumbrados es lo más parecido a un secuestro que hay, aunque las personas no alcancen a darse cuenta porque en definitiva es algo así como un secuestro psicológico.
En una de las reuniones que se convocaron para repartir boletas, pareciera que la "líder de los humildes" habría presionado a la gente para que fuera -se pudo ver a personas con altos cargos del municipio- y en su discurso antes de salir resonaron las palabras "...el gobernador AMA a Cristina..." lo cual marca sin dudas, un rumbo político determinado que la gente no alcanza a darse cuenta. Y esto se llama "presión psicológica", algo que debe aprenderse en alguna carrera tipo psicología social...
En fin, ya vimos que en política todo vale, todo sirve, y todo se usa, pero no tanto para trabajar en serio -que existen pero son minoría- como para perpetuarse en su cargo o ascender en la pirámide de poder.
Mientras tanto, nos quedamos tranquilos... ¿no?
Lucas M. Beber
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