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jueves, 17 de agosto de 2017

La Estatua

Por ley nº 2136 de la Legislatura Provincial del 8 de agosto de 1908, se encargó al Gobierno Nacional cinco reproducciones de la obra escultórica del Gral. San Martín a caballo, para ser colocadas en Paraná, Concepción del Uruguay, Concordia, Gualeguaychú y Victoria, autorizando invertir hasta la suma de 80.000 pesos. Muy poco después, enterados en Gualeguay, reclaman la suya a través de una comisión presidida por el Dr. Leopoldo Monzón, y entonces por ley nº 2152 del 17 de septiembre de 1908, se agrega una más al pedido, para donarla también a dicha ciudad. Las demás provincias lo hicieron en distintas fechas, y en menor cantidad. Solamente la ciudad de Bahía Blanca más la de Buenos Aires con la restauración de la suya, acompañaron a las entrerrianas en ese día patrio. Se consolidaba así, la imagen de San Martín como el Padre de la Patria de un pueblo orgulloso de su prócer. Solamente la provincia de Tierra del Fuego no tiene estatua ecuestre, pero sí un monumento con un San Martin de pie.

Los primeros emplazamientos en las capitales del interior fueron: en Santa Fe en 1902, Mendoza en 1904, Corrientes en 1905, luego Paraná y Tucumán en 1910, Santiago del Estero en 1911, Salta y Formosa en 1913, La Plata en 1914, Jujuy, Catamarca y La Rioja en 1915, Córdoba, San Luis y San Juan en 1916, Posadas en 1935, Santa Rosa de La Pampa en 1942, Resistencia en 1945, Neuquén y Rio Gallegos en 1954. Viedma y Comodoro Rivadavia en 1971. 

A Entre Ríos llegaron por vapor, desarmadas y en cajones sumamente pesados, al puerto de Concepción del Uruguay y luego distribuidas por ferrocarril u otros medios.

Se fundían en bronce seccionadas y luego soldadas pero de los talleres salían en tres o cuatro partes: El jinete, el cuerpo y la cabeza del caballo y la cola, que era lo último que se enroscaba y que por su tamaño hacía de contrapeso, totalizando unas dos toneladas, a pesar de ser huecas.

Cada municipio debía encargarse por su cuenta de la construcción del pedestal y su ornamentación con artistas locales. En Paraná se encargó al contratista italiano Agustín Borgobello reconocido por la importancia de obras ya realizadas, como ser la catedral y el palacio municipal, cuyos obreros debieron trabajar día y noche para poder inaugurarla en la fecha prevista.

En Gualeguaychú, para poder ubicarla en el centro de la plaza decidieron construir un nuevo basamento, que representa un conglomerado de rocas artificiales y placas alegóricas, obra del escultor Soatti. En Victoria se instaló provisoriamente en una plaza y se traslado a otra, que adoptó el nombre de Libertad desde entonces, pero desmontándola durante la noche para evitar que algunos pobladores en desacuerdo lo impidieran. 

En Concepción del Uruguay mantuvieron la similar e histórica pirámide, donde Urquiza se pronunció contra Rosas, en la plaza principal y ubicaron la ecuestre en otra plaza que tomó el nombre del prócer. 

En Concordia, luego de distintas opiniones sobre su orientación, optaron por la posición común señalando la cordillera. 

En Gualeguay también hubo divergencias en cuanto al lugar de ubicación. Cada emplazamiento de la ecuestre, enancó además del jinete, un anecdotario que contribuyó a enriquecer el historial lugareño.

Casi veinte años después, también se instaló una igual en la ciudad de Colón, la séptima, ya que el Dr. Herminio J. Quirós, promovido la instalación del monumento al Padre de la Patria erigido en 1929, pero sin fecha precisa de su inauguración, ya que las dificultades para engarzar la cabeza del caballo en el cuerpo, hizo postergar varias veces la misma, no quedando registrado ningún acto una vez terminados los trabajos.

Somos parte de la historia.

Y ¿no será que la demora en la terminación de las obras viene desde entonces...?

Lucas M. Beber
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