por Beatriz Saravia
Dicen por los pasillos que el día de la reunión con el nuevo presidente radical y su comitiva, el actual intendente, tuvo el tupé de burlarse de sus socios. Entre muchos otros.
La actitud cada vez más soberbia viene dejando heridos a diestra y siniestra. Tal vez debería el intendente replantear algunas actitudes, más ante un escenario tan incierto.
Dicen por ahí también que, entre las cosas que dijo, una de ellas fue jactarse de tener plata de sobra, para inyectar en Colón cuando estemos cerca de la campaña. Campaña que será difícil de transitar, aún sin un heredero firme, porque se habla de su esposa, pero no hay caso, no mide.
Ahora bien, en el plano político, la sumisión sucede cuando un partido o dirigentes partidarios renuncian a su autonomía para acatar sin cuestionar la voluntad de otro partido o de otros dirigentes partidarios, cosa que viene pasando desde la UCR local, aún ante denuncias de corrupción hacia el mandatario.
Ni hablemos del PJ, silencio de radio y los Libertarios, siguen en el Concejo?
Silencio. Solo hay silencio. La sumisión política local, asusta.
Los medios callan, pero basta hablar con los vecinos -no importa el barrio-, para oír las mismas quejas que pusieron a JLW en la intendencia.
Sumisión y silencio, mala conjunción para un Colón cada vez más hostil hacia sus ciudadanos y una clase dirigente que duerme en su cómoda burbuja de sueldos millonarios.
