Cuando alguien triunfa en la polÃtica, siempre es debido a su credibilidad o bien a una cuestión de obras públicas realizadas en una gestión anterior o bien una elección de la gente respecto a lo "menos peor" o hasta ese "y si no, ¿a quien?", pero algo es seguro: la victoria es reconocida por todos sus pares partidarios como una "victoria del partido" y "el esfuerzo de todos".
Pero cuando esa persona no tiene la misma suerte, el pase de factura es inmediato. Y luego de este último fracaso electoral pasó eso. Curiosamente, Bordet pide la cabeza de todos los responsables, y los intendentes de la costa del Paraná, los que se tuvieron que aguantar que en el 2015 los intendentes de la costa del Uruguay se adjudicaran el triunfo en la provincia, ahora quieren tomar venganza y, como aparecen como grandes derrotados piden que también ellos asuman las responsabilidades de la derrota. Y una de las exigencias -y casi la fundamental- serÃa pedir que Rebord deje el lugar de presidente de la Liga de Intendentes Justicialista en manos del intendente de Federal, Gerardo Chapino, quien sà pudo sostener en las urnas el mismo resultado que el ya obtenido en el 2015. Y más aún si tenemos en cuenta que la relación polÃtica de Rebord con Bordet (nombres similares al revés, ¿eh?) ya estaba resentida con el tema del terreno de la escuela Agrotécnica, y las mediciones previas a las elecciones lo daban como la peor gestión de la provincia.
Como vemos, acá no es cuestión de servicios y funcionalidad polÃtica para con la sociedad, sino es meramente una competencia feroz entre los mismos polÃticos, que nos tiene a nosotros, la gente común que los mantiene, en el medio del tiroteo.
Y luego de un tiempo, estas "fracturas" pasan a segundo plano porque deben unir fuerzas y ejércitos para confrontar al enemigo del momento. Y el ciclo empieza de nuevo.
Y nosotros... en el medio. ¿No es hora de pensar con un poco más de claridad?
Lucas M. Beber
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