La gestión del intendente Walser enfrenta una creciente crítica mientras avanza hacia mediados de mandato. Aunque su "gestión" ha buscado mantenerse cerca de los vecinos por las redes sociales y mensajes de tinte familiar, religioso y culinario, los cuestionamientos se intensifican frente a problemas que siguen sin resolverse.
Entre los reclamos más comunes está el deterioro de las calles y la falta de mantenimiento real, situaciones que dificultan "la diaria" de todos (turistas incluídos). Además, la presencia de un basural a cielo abierto se mantiene como un problema ambiental y de salud pública. Esto sumado a las pocas obras en otras áreas, generan un malestar que no logra ser contenido con gestos simbólicos o discursos.
El sector turístico, clave para la economía colonense, también atraviesa desafíos. Si bien la ciudad es un destino atractivo, la falta de infraestructura y planificación para respaldar su crecimiento sostenible limita el potencial de esta actividad. Comerciantes y propietarios de alojamientos señalan que las inversiones necesarias parecen no llegar, dejando el desarrollo en la nada misma.
Mientras algunos vecinos continúan justificando su voto con la esperanza de que estas decisiones sienten bases para el futuro, muchos otros se preguntan cuál será el legado que Walser dejará a su sucesor en 2027.
La "olla hirviendo" que representa Colón hoy no solo deja preguntas para la próxima gestión, sino también desafíos urgentes para evitar que los problemas actuales se conviertan en una herencia insostenible.
La misma herencia que tanto cuestionó Walser durante los primeros cuatro años...
Este es un momento de reflexión. Reconocer lo que está pendiente y exigir una gestión real podría ser el punto de partida para superar el estancamiento en el que estamos, y proyectar un futuro en el que se logre aprovechar todo el potencial de una ciudad turística como Colón.
¿Quién estará dispuesto a agarrar la olla hirviendo?
